Híbrida, Nen i Cavall, al igual que su nombre, juegan al misterio. Aunque hay algunos hechos tangibles, como que es un grupo formado por Martí, artista sonoro, docente universitario, colaborador de Maria Coma y constructor de instrumentos musicales imposibles; Marc, hombre detrás de Telenoika y Koulomek; y su hermano Aleix, cineasta, que ha dirigido clips para Prefuse73 o 12Twelve y cantante sui generis de HNiC. Otros hechos tangibles son que durante años han sido una de las joyas del underground local, que han capitaneado ese sello indescriptiblemente bizarro llamado Hamster Loco (con 46 referencias, y que incluye piezas literalmente impagables como una única copia de un tributo a Mira Calix entregado en mano y con tracklist desconocido…) y que su debut en spa.RK es la referencia número 25 del sello y se llama Permafrost, título que toman prestado a la geología y que representa la idea de algo congelado en el tiempo, como la música grabada, fijada permanentemente.

Lo demás queda en el terreno de lo intangible: lo inasible de su música y la dificultad para etiquetar estrechamente unos sonidos (¿es un sinte? ¿es un gamelán?) para llegar a un discurso absolutamente personal, en el que las imágenes mentales y la música van de la mano. A lo David Lynch, las lechuzas no son lo que parecen. Ni ellos mismos pueden describir si HNiC son una banda en el verdadero sentido de la palabra: se ponen sofisticados y a la defensiva, en plan “somos una célula creativa”. Shoegaze de salón, space-gaze, noise, drone, electrónica paisajista, psicodelia experimental, post-rock extraterrestre, indie ambient, con voces que sueñan en catalán o en un idioma inventado. Además su directo refuerza la carga abstracta e hipnótica de su música, con una puesta en escena contundente y unos visuales precisos.

Volvamos a lo tangible: el disco que nos ocupa. Citas a J.G. Ballard, resorts vacacionales de ciencia ficción, geografía imaginaria… Esa complejidad armónica, ¿no es muy Deerhoof? También encontramos ecos de los primeros apuntes de Mark Hollis, oscuros discos en 4AD, alguna cuerda muy The Durutti Column. Eso que suena tan My Bloody Valentine, ¿se han dado un atracón de shoegazing? En “Salten les alarmes”, ¿no os parece que Aleix canta una melodía muy tecnopop, muy Yellow Magic Orchestra? Caleidoscópico e hipnótico, Permafrost esconde detrás de una pretendida y oscura frialdad, una pasión desbordante. Un trabajo que plantea más interrogantes que respuestas y en el que conviene adentrarse sin mapas de ruta preestablecidos.